HISTORIA
DE VERANOS AL
SOL DE PONIENTE.
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A pesar de lo que
dice el calendario, que hoy es miércoles, miente, todos sabemos que “—es domingo
por la tarde”—Pepe dixit.
Reconforta pensar que
cada año es distinto, pero también, que tiene los mismos andares que los de
antes.
Todos tenemos
recuerdos tendidos a secar sobre la arena, bajo este sol crepuscular de
septiembre:
Las carreras de bolas,
laberintos para pelotas de colores, castillos de arena pulidos por dedos
infantiles y alicatados con conchas de berberechos; meriendas de pies desnudos,
la memorable caza del Gamusino Patirrojo de Estero (Gamusinus Terrarium), las
excursiones en bici con su polo de hielo y todo; o también, aquellas pachangas
en La Punta con balones gastados; y qué decir de las noches en ristra, una tras
otra, de una piara de niños que juegan al pilla-pilla, a policías y ladrones
hasta la lluvia de queda de una bandada de periquitos. El sosiego de las charlas
recurrentes y cálidas en interminables e infinitas tardes que se acaban cuando
a uno le da la gana. Y eso, la desgana hecha método en un estío ancho como un
océano, con Tartas de Santiago a mitad de camino de una tarde a pie quieto.
Cada vez, cada uno y
cada año traza su raya en la playa, y sabemos que es efímera, que la última ola
la borrará. Pero los que nos conocen recordarán la singularidad de nuestro
garabato, y sabremos reconocer sin esfuerzo el ajeno, siempre.
Los buenos recuerdos
son más duraderos que el amargor de las ausencias, más que los días de hierro
fundido o que el hueco abisal dejado por los desencuentros y equivocaciones.
Y después de una
tormenta de años, serán otros niños los que dibujarán en la playa su mapa del
tesoro, y otros maduros, los que descerrajen a bocajarro su discurso infalible
sobre un mundo movedizo y áspero.
Acaso recuerden unos
u otros lo felices que se sintieron aquí, siendo ellos nuestros hijos o nietos,
y por eso, repitan nuestras palabras y vivan otra vez las mismas aventuras que
siendo niños, hasta perpetuar una memoria colectiva que escriba su historia,
nuestra “Historia de veranos al sol de poniente”.
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