Fragmento de "Triunfadores con espinas".
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Aquella
muñeca pastaba en las tierras altas de los políticos venéreos, en la fraga
neurótica del artisteo de provincias, además de en la laurisilva lujuriosa de los bajos fondos, lo hacía con la misma
naturalidad con la que se bajaba las bragas a deshoras.
Había
aprendido de una amiga de armas que:--en tiempo de guerra, cualquier agujero es
trinchera--, a fuerza de escuchárselo decir, ahora era uno de sus estribillos
de fe, que le explicaban el comportamiento de los hombres, y de las mujeres
también. Sabía por experiencia propia, que:--El amor prescribe—tanto, como un
crimen sin autor, y finiquitado, las cicatrices que deja son parte del atlas de
la vida, y esto era de cosecha propia ¡Me cago en tó!
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Markus Lieben-16.
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