CRONICA-ROMANCE
MANIFIESTO PARA DESPUÉS DE UNA JORNADA.
De donde se cuentan los andares y oraciones de unos
caminadores.
Frisando
la hora prima, abandonamos los lienzos del tálamo. Sobrada la tercia, nos
alcanzó el destino. Hasta la nona, completamos con fortuna el nudo de caminos;
con recogimiento y pagana oración para deleite de nuestro señor “el miliario
estilita”.
Somos
miembros de una tribu, cuyo tótem es un “miliario cautivo” a orillas de un
sendero perdido, en un mundo extinto. En cada jornada esperamos encontrar, “la
fuente de la eterna juventud”, al “unicornio”, a “Afrodita”,a la “Arcadia”,
pero mientras eso no ocurre, saboreamos el néctar y la “ambrosía” de Dionisios.
Este
clan totémico nace del caos, y hacia él va, con la determinación y fatalidad
que marca un destino aparejado en la interpretación de agüeros; la mensajería
del catador de augurios, dice: una corneja por el lado derecho, bandada de
golondrinas, vientos contrarios y luna crecida. La ocasión es venida, nuestras
huestes no serán vencidas.
Crucemos
el “Rubicón”, a lomos de “Centauros”, el
“Lete” de “Caronte”, si es menester, pagaremos con dos onzas de miedo.
¡”Argonautas”, desnudad vuestro pie
izquierdo!
Blandiendo vuestros cien remos,
avancemos.
Venimos
a enderezar senderos,
a torcer
caminos,
a atajar
para alargar el tiempo.
Quizá alcancemos
el divino premio:
librar
del olvido al miliario postrero.
¡Que lo
sepa todo el Reino!
Infante, agarra un puñado de
tierra,
suéltalo en una conejera,
y si no, besemos el suelo
por si lo permitiera
una doncella de cuneta.
Pendones en ristre, de peña en
peña,
celada calada, cota de maya prieta,
delante, leguas de tierra.
Los vientos traen una letanía:
-¡Caminadores, tentad la tierra!
Ahí, descansará vuestra calavera-.
Ceñida la bota en buena hora,
preñada está, de un rivera mozo
casi reserva,
bebamos tanto como una topinera.
Infantes, hijosdalgos,
apretad el paso.
No oiré una queja.
Solazaos hermanos,
ayer era una quimera.
-Levanta los pies, no juntes las
piernas que haces polvareda.
¿Eres tú el de la “verea”?
Las mesnadas, encima de un cerro,
quieren ir al ayuntamiento
a holgar, sin desmayo ni jadeo.
Ya “Melisenda” (la doncella)
sujeta el venablo de un ballestero,
mientras pendones y lanzas
combaten abierto el pecho
hasta quedar sin resuello.
Con lágrimas de ojos ajenos,
la “cava” manda parar aquello
con la flor de “Gerineldo”
todavía en los dedos.
Alborea mi fortuna, mi dueña,
presto estoy, mi hembra,
la dulce muerte me llega.
Cerca de “Montemolín”, a la umbría
de la “Torre de la Cautiva”, la centuria arriba, todos ellos: vasallos
despojados, héroes, sátiros y doncellas junto con infantes, argonautas y
vestales que no se les ha dado tierra. Celebran la nueva, pacen mansamente al
calor de la victoria, en buena compaña y con deliciosas viandas.
¡Oíd mesnadas!
tomado este sendero,
dejemos la plática para el grillo.
En honor de los vivos
y por todos nuestros muertos
haremos un juramento,
con tanta liturgia como un
“converso”.
Juntos los pies izquierdos,
mano en el pecho (ajeno)
gritemos este himno:
¡Este Reino es nuestro!
Cumplida es la hora,
los hados así lo han dicho,
ni de moros ni de cristianos viejos
¡Es nuestro este Reino!
Vencido está el campo, esto es hecho,
que lo cuenten las crónicas
y las centurias a los siglos.
¡Este Reino es nuestro!
Nemosio de Verdeo.
Frente de Liberación de Senderos
(m).
Brumario. Nemo.
-FLSm-
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