martes, 28 de febrero de 2017

El náufrago-XIII



                                                                                              El tornaviaje. Errabundia-.

Con la incertidumbre de un adelantado, la fe que da la desesperación y la temeridad de los que quieren cambiar su vida, zarpó. La zurcida vela llena sus carrillos de alisios de paso por el Trópico de Capricornio con un fato que desconozco. Fuera del alcance de las mareas costeras me incorporo a la corriente de Humboldt, que viaja con el alma helada por la oscuridad de las simas abisales hacia el cálido ecuador para que la peine un niño o una niña con los dedos hechos de escamas de peces emigrantes y embaucadoras sirenas que ahogan marineros solteros.
El primer día de viaje.

Venteado del sudeste marco la caña hacia uno de los islotes fantasmas. He hecho cálculos, la elección del rumbo obedece al propósito de atajar y ganar jornadas. Es arriesgar porque puede suceder que llegado a los islotes haya marea alta y no los encuentre al estar sumergidos, pero es más la posible ganancia de tiempo que el miedo. Amanecido, siento las fuerzas ahorradas durante jornadas. Buen tiempo. Pesca abundante que aprovecho. Al mediodía el viento sestea, entonces yo remo. Petreles a media tarde que trae el viento nuevo. Mar llana. Tarareo “A like rolling Stone” de Dylan, el “The river” de Springsteen y “I want to break free” de Queen que me animan. Bellísimo crepúsculo. Noche inquieta de aguas.


“How does it feel            “Vengo de la parte baja del valle                “I want to break free     
how does it feel               …      …………………………….                 I want to break free
to be on your own                 solíamos ir al río                                   I want to break free your lies” 
with  no direction home       solíamos dejarnos llevar                      Queen.
like a complete unknowm   por su corriente    
like a rolling stone ?”            . ………………………………
Como una piedra rodante.  Todos esos recuerdos
           Bob Dylan.                vuelven a mi persiguiéndome
                                             …………………………..hacia el río.”
                                                                      The river. Springsteen.





Segundo día de viaje.

Mar arada con vertedera. Rumbo a los islotes mágicos de arena. Regurgito de mañana recuerdos secretos de la tarde del naufragio. Manoseo el momento. Solo, en lo más profundo del Bora, vacío las tripas. Un nuevo episodio de mi neurosis intestinal, un colon iracundo, en crisis de retorcijones que a calzón bajado menguan. Golpe en el paquebote. Estruendo. Agua tobillera. Laberinto de pasillos navegables, vacíos e inclinados de película expresionista, tienen una fuga de aire, que huye al ver al agua con prisa. Olvidar para soportarme, o al revés.
 Asociado a este trauma otra faena cómica. Destartalada oficina bancaria de la Habana castrista. Urgencia por hiperlaxitud de esfínter, necesidad por apremio intestinal. Cara de parturienta. Demanda. Guiado por un mercurio del departamento de deposiciones, no, imposiciones, atravieso una estepa de viejos muebles pulidos por el sudor tropical de dos generaciones revolucionarias, al trote, ondeo al viento, como estandarte, dos metros de papel continuo carbónico con puntillas en los bordes, paridos por una impresora Matriz de impacto H.P. del 92 Supermirafiori. Dejo al lazarillo, en prenda, la botella de agua sobaquera “Zelote” y una sonrisa a la fuga sin dientes. En un verbo decoro el sumatorio al pastel (período marrón-glasé). Finalizadas las maniobras, y por dos veces, cubo en mano animo a mis entrañas a conocer el averno revolucionario. Conste el óbolo donado al famélico segurata, aunque sé del desprecio revolucionario por el afán monetarista de nuestra decadente civilización capitalista. Gloria y paz para la unión de civilizaciones. Sonrío, me alegro la mañana.
Tarde lenta de viento calmo. Cuando el sol quería dormir grito tierra. Cáscara de tierra con forma de caparazón de tortuga. Punto y aparte de un océano cósmico. Anclo el jorobado balandro a la ínsula menguante. Por delante hasta el “acqua alta”, como mucho seis horas de estrellas para dar tierra a mi cuerpo. Cuerpo a tierra, en cruz, la cúpula celeste me mira sin verme. Duermo deprisa en un reloj de arena que se hunde.


Tercer día de viaje.

Mucha mar por delante. Miedo. Navego corriente arriba el mar del sur. Silencio que grita. Sol. Melancólico atardecer. Canto para huir.

“Él camina despacito que las prisas no son buenas
…………………………………………………………………………….
Soldadito conociste una sirena
de esas que dicen te quiero si ven la cartera llena
escogiste a la más guapa y a la menos buena
sin saber cómo ha venido te ha cogido la tormenta.
Él quería cruzar los mares y olvidar a su sirena.”
                    Soldadito marinero.   Fito y los fitipaldis.


Cuarto día de viaje.

Mar inmenso. Niebla. Veo lo mismo que ciego. Noche húmeda y larga.


Quinto día de viaje.

Nada.


Sexto día de viaje.

Espejismo de niebla que parece tierra. ¡Tanta mar!, como para llenar una tierra


Décimo día de viaje.

Pierdo de vez en cuando el sentido. Me apago. Cansancio. Vigilia nocturna.


Último día.


Creo que me muero. Párpados a media asta, no veo. Pesadillas. Espejismos. Ensoñaciones. Sin sentido pasa mejor el tiempo. A la deriva. Dormito o me muero.


Markus Lieben.

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