XI- El náufrago.
Il est l’heure de se faire
plaisir-.
- ¡Harto estoy de la gravedad, de sentir el peso del
destino, de los trabajos, del voto de prioridad, de la búsqueda, de la
consciencia que ahoga el impulso, del miedo!-. Determinó Schiafino que mañana
sería fiesta “San Masnimenos Justo y Salvador”, y al contrario que Simón,
ceder, acceder, probar de todas las tentaciones, reales o imaginadas que se le
presentasen. A tal fin, haría uso de todo un arsenal de recursos reunidos
después del escrutinio azaroso del mar.
Amanece, y no siendo poco, ya le apetece. La piel “pulp” al agua salada
de las hojas ásperas del “Beato de Hustler” con bajorrelieves por
deshidratación que le dan volumen a las heroínas, le animan a la evasión, al
gozo sin tasa. Al tacto las “ninfas honeys” se deshojan sin esconder el Rincón
de Ballesteros. Por la lectura, ora telenovelosa y enredada, ora deleitosa,
carnal y soez, hasta el cerrar de ojos consumió un rato, unidad temporal de la
isla, con aprovechamiento notable y actitud entregada. Cumplido
el almuerzo y soñada la siesta, a dos manos alzó el cuenco sacro de madera y
dijo invocando a Séneca ” –Bibamus, moriendum est-“ después practicó unas
libaciones rituales con el misterioso licor verdoso de la petaca, traído a su
mundo mediante cesárea de la valija apellidada Samsonite Street; ésta y su
hermana melliza modelo Sport eran su cornucopia de regalías, fontana de bebercios
y fondo de armario para la fiesta.
Se embutió en un elegante vestido negro de noche con escote
“cesta y punta”, se caló una peluca platino de pin up; la jeta se la decoró
dándose coloretes de escocesa arrecida y los labios de carmín bermellón-cabaret.
A los zapatos de Manolo Blahnik les realizó una trepanación oblata de puntera
para darle a los dátiles vistas al mar, y completó todo ello con un chal dorado
vapososo de tul, más un bolso de la Señorita Pepis, sólo apto para un támpax,
un clínex, un clímax y me llevo un pintalabios. Como decía el cantautor
ochentero -“lo que allí sucedió, ni lo cuentan las crónicas ni lo contaré yo-”.
Tan sólo han de saber que los éxitos más repetidos esa noche fueron “I will
survive” de Gloria Gaynor y un remix de “Priscilla reina del desierto” sin
autobús; memorables el “Go west” de The Village People, y no menos el “Mamma
mía” de Abba a dos voces. Los bises fueron el “Stayin’ Alive” de los Bee Gees
con falsete de Falete; inconfesable el “Daddy Cool” de un Boney M travestido.
-“GLORIOSO, APOTEÓSICO”- Podría haber
titulado al día siguiente, y a cuatro columnas, el Daily Island para
calificar el fiestorro en los ecos de sociedad isleños. Consumió todos los
licores del Samsonite Bar. Se tomó la última en el Noctámbulos de Hooper. Y
acabó nuestro náufrago exhausto e inconsciente, de madrugada, en el ponedero,
abrazado a la Hustler por la página 69. Rostro sereno, postura forzada de
cadáver bien muerto en una novela de Hammet. Peluca y Blahnik al rececho de un
bis. La carneia detiene su tiempo. Las estrellas encienden un mechero y al
tililar aplauden el show en silencio. El viento arrulla su sueño.
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