domingo, 12 de febrero de 2023

Huéznar. Contiene una escena pastoril estrambótica, secuenciada en seis fotogramas sin zum ni final apoteósico; también hay un exordio prestado, un "Romance de lo que no veo", y un montón de tiestos crípticos.

   Rebaño de nubes pastando sobre el valle del                                   Huéznar.


             Obelisco de mina a la hora exacta.


        Markus se asoma por una grieta de La                               montaña mágica.
Como en la obra aludida de Thomas Mann, "si buscas entre las sombras encuentras tu propia luz".
Nemo.


                             Ladera de luz.


                        Puente sin armadura.
*
Romance de lo que no veo.

Tierra ahíta de sombras y aullidos de lobos
puente sin armadura que velar
sin un caballero loco que deshaga entuertos,
tampoco se ve a un ciego con pústulas pidiendo limosna y escupiendo maldiciones
a los que hacen burla
de sus ojos secos.
¡Qué va! No veo
a ningún arriero con su recua, tampoco
asoma a lomos
de una mula un pícaro clérigo,
vadeando furtivamente el curso escuálido
del río, todo, para ahorrarse el diezmo,
y por supuesto no atisbo
al publicano del feudo
fariseo del Portazgo
en su garita del ojo primero.
El santo crucero
que protegía al cristiano del Ángel del Averno
es ahora un petril quitamiedos.
No hay tremor en el pendón del Señorío,
ni fanfarrias sonando al reclamo del rehalero,
jauría que caza corzos, ciervos
a las órdenes de un noble caballero
vestido con calzas, gorguera y un sombrero
coronado con una pluma de dodo pigmeo.
Tampoco veo al infante Gerineldo
volar su halcón desde lo alto de un cerro,
y menos, a un bandido salteador de caminos
--es al único al que entiendo
su mimetismo
y su pasar discreto--.
Por no haber no encuentro 
ni un triste juglar recitando a los cuatro vientos
la Flor Nueva de Romances Viejos.
Caminador, viajero
no esperes, bajo sus arcos pétreos
a una buscona
aventar su negocio con gracejo
cuando con las enaguas da una revolera
y te muestra su húmedo dedo.
Nada. Cero.
¡Qué tiempos estos, reniego!


"Romance de lo que no veo", de Nemo.

                       "O tempora, o mores!"
      Exordio de Marco Tulio Ciceron a Catilina.
                         Primera Catilinaria.


    Demiurgo de nubes sobre un árbol soñador.



                Escena pastoril estrambótica.
                                        1°.
                         Escena pastoril. Y I.
Falta la serrana, el pastor con su zurrón y una flauta dulce de fabricación artesanal, también se echan de menos las merinas pastando, y por supuesto, un can ovejero que mire expectante a una ninfa que se solaza en la orilla del río jugando con sus albos pies en el agua. Los pececillos bobos burbujean y se arremolinan alrededor de sus mitológicos pinreles para realizarle una descamación de callos con un pizzicato vocal sin partitura, totalmente improvisado...

                                         2°.
                       Escena pastoril. Y II.
      ...un fauno potrea a tontas y locas entre la floresta, cuando hete aquí que descubre a la bella ninfa bañarse desnuda en el río. Tensión dramática. Fa sostenido en la Cantiga Apócrifa de Pablo Guerrero que suena.
                    --momento de mirón--.
La sílfide lleva como única vestimenta, y sobre la cabeza, una guirnalda hecha con flores de cerezo.
El pastor, en Babia como siempre, no sabe que es el tercer vértice de este triángulo dramático. Está embelesado por la belleza de la náyade, y en la ribera moldea pájaros a base de barro, con barro, has leído bien, y sí, los echa a volar, ya lo dijo "El último de la fila", qué voy a decir yo. Los pajarillos vueltos mágicamente carne y plumas, pían y se arremolinan en torno a ella, que divertida nada y ríe, ríe y nada.
Al cabo, la nereida le pide una canción al ovejero: --"Libre te quiero" de Amancio Prada--. Dice risueña.
--¡Cómo cambian los tiempos, eh!--...

                                          3°.
                        Escena pastoril. Y III.
                   Sendero del Fauno Fulano.
...*engorilado el fauno, se acerca hasta el charco donde la Sirena Serrana remoja sus inglés brasileñas. Extrae de entre su pelambre de cabra una flauta de Pan --me refiero al medio hombre medio macho cabrío-- y con habilidad sólo comparable a la del flautista de Hamelin, entona solícito "Libre te quiero". El hada embriagada con la bella melodía entra en trance orgásmico y se abandona en cueros sobre la hierba ribereña, momento este que aprovecha el genio cabrío para poseerla.
Mientras esto sucede, el zagal de ovejas se arma con una rama de avellano y sin mediar palabra le asesta con el palitroque una serie larga de estacazos, todos ellos entre muy fuertes y violentos, sin llegar a letales. Total, que el fauno se rebrinca y huye de la pendencia deslomado y descalabrado, con los dos cuernos rotos... 

*engorilado=ofuscado, empecinado, embrutecido.

                                         4°.

                       Escena pastoril. Y IV.
...justo ahí fue donde el pastorcillo y la nereida se prometieron amor eterno, y él le dio su apellido (Fulanito) al faunito que ella alumbró, y ella los mejores años de su eterna vida.
Y fueron felices, y tristes también --otro día te doy cuenta de ello--, y comieron perdices escabechadas, que a ella le quedan para chuparse las pezuñas, digo, los dedos.
¡Ea,...!


                                         5°.

                     Escena pastoril. Y V.
¿Que qué se sabe del Fauno huido?
Pues algo sé, verás: el Dios Dionisio --jefe de este tipo de criaturas híbridas, mitad hombre, mitad cabra-- harto de vino y para cubrir el descalabro de cuernos del genio, le regaló un gorro frigio y le conminó a portarlo siempre. Y a estilo de la Católica Iglesia, le hizo desaparecer en algún rincón de su Reino. Le encargó la custodia y gestión de un Mitreo muy cuco, construido en una antigua cueva de un oso cavernario situado en los confines del Reino de Los Alcores, junto a Carmo y la Torre de Martín Pérez...

                                      6°. 
                Mitreo del oso cavernario.


Allí anda, desmochado y pío como un eunuco. Todos los domingos, al amanecer, toca melodías de ayer y de hoy con su flauta de Pan, y al atardecer canta monodías, cantigas apócrifas, cantos gregorianos, soliloquios de trena, trovas juglarescas, rapsodias desgarradas y alguna que otra ranchera --le ha dado por ahí, ya ves tú--.
Sólo, de vez en cuando, se escapa al bosque. Entonces, deambula sin rumbo silbando el "Libre te quiero" de Amancio Prada --ya se sabe, la cabra tira al monte--. Si alguna vez le escuchas, no sé, ríete de su gorro, sal corriendo, dale un cuartillo de vino porque con el tiempo es algo borrachín, tírale unas piedras, o mejor, ponle los cuernos con el gesto de tu mano más diestra, irguiendo el índice y el meñique a modo de la cornamenta perdida. Lo que quieras pero no le des la espalda. Está salido. Vale.

Escena pastoril estrambótica, de Nemo.
--En seis escenas sin zum ni final apoteósico-

Elenco:
Sirena serrana. Fauno. Pastor. 
Y por alusiones: Dios Dionisio, Faunito Fulanito, Pececillos bobos y los Pájaros de Barro del Último de la fila.
B.S.O. "Cantiga apócrifa" de P. Guerrero y "Te quiero libre" de A. Prada.

                                Canción de una gentil dama.
                            ... Pastor, que comes centeno,
                            y usas cuchara de palo,
                            si tomaras mis amores,
                            comieras pan de regalo.
                            ...Entenderme tú no quieres;
                            no des prisa en ir al hato;
                            comerás, pues te convido,
                            de mí misma te hago el plato.
                            ...
                        La gentil dama y el rústico pastor.
                Sexta flor, De los romances pastoriles 
                y Villanescos.
                  
                        Flor nueva de Romances viejos.
                        R. Menéndez Pidal.

                     
           Rezos del agua, preces de peces.


    Ahora me acuerdo de Jorge Manrique y sus                   coplas. Ya sabrás perdonarme.


                                    El caer.


           Flequillo de unos álamos de rivera.


        Atardecer. Sombras largas de invierno.


                                 Chorrito.


    Por aquí vino, o quizá se fue, el amor de su                                          vida.


.                        Jeta de la Fábrica:
Ventanas ojipláticas, puerta agenésica y prótesis de somier para el edentulismo severo de esta factoría de mineral, tan abandonada como evangélica, tan desconocida como trianera, tan pionera como andaluza.



        Paisaje prisionero del culto evangélico.


               Templo del hierro abandonado.


                   Augurios. Arcano nefando.


                  Cerviz invernal de un álamo.


                                Quebrado.
Tanto por ciento de sombras/Markus Lieben.


                              Markus Lieben.
                               Entero y vero.

Fotografías: Markus Lieben.
Tiestos: Nemo.
Localización: todas las fotos son del río Huéznar salvo la cueva que es La Cueva de la Batida de Carmona.
Tiesto del puente sin armadura, de Nemo.
Escena pastoril estrambótica, de Nemo.
--En seis escenas sin zum ni final apoteósico-.
Exordio prestado.
Fondo Gráfico y Literario de la Fundación Grisgrís. Sala El bochinche. La Ballena. Valle del Xerte. Mangurria.
Conseguidor, tío candil y huelebraguetas: Rnesttatta Hammatta-Hammatta.

Agradecimientos:
Primero, al que llegó hasta leer esto. Al que vio los santos, también le daría un premio. El que las dos cosas hizo, merece ser merecido. Y ya, si eres uno de los escogidos que entendieron lo escrito, te corresponde, no sé, ser costalero de San Benito igual que mi exégeta Ferdinando, o mejor, funcionario de la Diputación de Soria y Concejal de Cuenca -equal parties-, hombre objeto, único heredero, notario, pelotero patizambo, farero, jipi con dinero, político sin principios o pensador a tiempo completo.
No hay mejor pago para mí que sentir que el tiempo gastado por ti sea hadado, y el mío, aprovechado.

Despedida.

"Ea, ea, me despido
que no me crió mi madre
para ser un suplicio".

Nemo

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