domingo, 18 de octubre de 2020

Tras el incendio.



Tienen las catástrofes por incendio un efecto paralizante en el paisaje, y en el observador, un no sé qué que produce pasmo desolador.

El viento barre la superficie de la tierra calcinada y aventa cenizas de vida difunta. El olor a pira vegetal sofocada es intenso. Las ráfagas de aire del norte reconocen el terreno baldío y afilan sus silbos deslizándose entre los enhiestos tallos carbonizados del monte bajo. La arboleda quemada viste su desnudez de luto, y con las garras de sus ramas, araña el aliento boreal que forma ventoleras. 
Un vacío grávido apresa las soledades de la sierra, y se oye un silencio de cementerio, inmenso, quebrado sólo, por el graznido de un cuervo que reverbera en los picos de las cumbres. 
La cúpula celeste, límpida, da luz cruel al desastre y pone fondo cerúleo, sin nubes, a las contorsiones y escorzos de los tocones abrasados aún humeantes.

                      Tras el incendio.


Dibujo: Nemo.
Texto: Nemo.
Fotografía: Markus Lieben.



No hay comentarios:

Publicar un comentario