martes, 23 de abril de 2019

Come away wiht me. Río Tinto. (II)




"Tu huella araña mi rostro,
y el surco de tu paso
hiere mi faz futuro".

Nemo.







Tren varado en un mar de vías muertas.







El lejano oeste, de Tartesos.








Nevada de sales entorno a un banco vacío, que espera otra fiebre del oro.








Aliviadero bermejo.








La herida de la mina aún supura ácido.







Gorgoteo venenoso.







Lampiño bosque tras un fuego.







Un ladrón de cobre esquinado acecha en un lavadero de mineral.
(Encuéntralo).







Laguna con legañas en su nimbo.








Rotonda de locomotoras.








Puente que salva el vacío,
raíles de acero
que marcan una equis
en este desconocido derrotero.


La encrucijada te pregunta, viajero
si Ulises, el héroe
regresará mañana en el tren minero
o si habrá oído
el canto nefando de las sirenas de Tartesos
ahogar su aliento,
allende
donde las agujas guardan caminos de hierro.


La estación, desierta de vivos
tullida por la lepra de óxido
se puebla de fantasmas
el día de todos los difuntos,
aquí
como en Comala y Macondo.


Y tú, extinto espectro
que peregrinas amortajado
desde el Cerro Colorado
a San Andrés de Teixido
sólo sabes que el olvido
te cobrará tiempo de duelo,
y al Odiseo
le dará la gloria inmortal
de una epopeya escrita
por un griego.

Nemo.







La piel de la tierra.







El ojo de la montaña.







Sin palabras.







Horizontes lejanos.







Descargadero.







Laguna con glaucoma de nubes en su iris.







Come away with me, baby
to nowhere.







¿?







                          Stairway to Heaven.



Fotos: Markus Lieben.
Tiestos: Nemo.
Poenemas: Nemo.

domingo, 14 de abril de 2019

Un zorzal de vallao.






-¡Qué solajera, compare!-
Y aluego dise Yoni que este trabajo no es duro,
aquí le quería yo vel, en er tajo ende que me tomé el sumo y el mojicón, a jierro. Ensima dise er fachaleco der barandilla que -"¡hasta que no venga el Panchito Wilson no se te escula meneate, Papaflita!"-.
¡Joé, qu'estoy como un Cristo guarnío! En cuantito venga er MachuPichu del mandao, m'aselco ar Porvillo a por una litrona fregquita y un bocata de cochinito con tortilla de papa que se me apetece tela ¡No s'a jodío, que en tos los trabajos se hasen rabona, coño!

¡Ya está sonando otra ves er puto movi!...¡La Yeni otra ves, qué chocho tiene! Pos no lo pienso de congel, qué ze cre, que no jago ná. ¡Jartible! Me tiene jarto, que zé yo de cortinilla de esa, de caserola o de nórdico, si yo siempre m'arropao con una zamorana de to la vía. No lo cojo, ya está, me cago en tó. ¡A mamarla, como me toque musho lag pelota, no me cazo, ea!

El naranjo este, qué bien puesto está. Peaso sombra. Lo malo va zer a la mientrasiesta. A vel si convenso ar cortijero de Pipe y que mande aquí pa la guardia de la tarde ar Wilson, que está m'acostumbrao, y no está carvo.
No zé si er tito me levantará er castigo porque ez un mijita. La verdá eg que la semana pasá la cagué musho con er torito. ¡Coño, pero fue un asidente! ¡Meno mar que la retro pudo sacal ar torito der bujero de log simiento! desmocháo salió pero ezo lo paga er seguro ¿no? ¡pos entonse no preocuparse coño, que no e pa ponelse asín, home!
Estoy jarto de zuz pujitas "-¡Flojo que eles, zoblino, no vales ni pa felpudo de un coltijo, mi alma!-".
"-¡Illo, qué agusto se queó mi helmana!-".
"-¡Un día me voy a cagá en tó tuz muelto y te voy a dispidil joputa, calavela!-".

¡Amo, amo, qué peliculero, ezo no ze lo cre ni er migmo Tito Pipe!
Ira, zé entera la suegra y la Yeni de la zacatúa, y ze caga lag pata abajo, ze l'acaba er chollo del pizo de Matalascaña, log puchero y su pringá, er costureo cansino, tog log año, tog log año, der traje de flamenca de la zu Tamara, que no zabe enebrá una aguja, y tamién er cuidao de gañote de lag mellizag ¡No ni ná!

Ahí viene er saborío der Cuco con er camión. ¡Hala, a abrille lag valla como a un zeñorito, ya te vale, juanbreva! To la zanta mañana la criatura dando pazeíto, llevando escombro, con zu aire acondicionado, zu olé-olé en el radio y bureando gachí por lag calle. Verá cómo ze ríe er maricón a la migma vé que me toca er pito ¡Un día le voy a dar una magcá al ennortao éze! . O unponé, que ze le rompa la correa de ditribusión, por malaje.
Argún día me saco er carné de trasportista y me voy d'asquí, me pongo a hacel porte baratito, y a vel mundo con mi cuatro eje. Pará onde me zalga log güevo. Echarme una follamiga en ca lao, o trajiná hembra a destajo en los puticluse finog de Madriz con tu gintoni en tó lo arto ¡Flama!
-¡Ojú, qué solajera hase, compare!-


Nemo.



                        Fotos: Markus Lieben.
                        Texto: Nemo.
                                    "Un zorzal de vallao".

domingo, 7 de abril de 2019

Flor de azotea.




Flor de azotea.

‌Dime, Rapunzel de Nervión Bajo
‌¿quién te negó la tierra?
‌¿Qué juez te extrañó a la tristura
‌de estas soledades de terraza?
‌Un plumbeo buchoneo esponja
‌la luz de tu crepúsculo,
‌y florido, un parabólico parasol
‌corona la aureola de tu aroma.
‌Sí, sé que el puntillista firmamento de estrellas
‌vela tus sueños de rivera
‌mientras, aviones de Jonás
‌que viajan a tierras lejanas
parpadean
‌sus luces de emergencia.
‌De mañana, 
‌el coro de un recreo infantil
‌canta en corro un festivo trabalenguas
‌tiene tono de tabla de multiplicar
‌y tú, cimbreas orgullosa, tu planta pionera.
‌Susurran tus pétalos
‌hilos de silencio a la brisa
‌cuando escuchas ecos
‌de un gol en La Bombonera
‌porque tu tallo verde
‌guarda su fe enhiesta
‌-desde el confín de tu atalaya-
‌de fotosintética bética.
‌Ondea en los tendederos blanca ropa
‌preces de ventolera
‌y ronca a tus pies una ciudad entera.
‌Vecinos sonámbulos de escalera dan cuchara
‌a un plato de lentejas
‌mientras la cháchara del noticiario
‌se les derrama sobre sus cabezas.
‌Si Cicerón te viera, flor de azotea,
‌dictara su Ley Innata.
‌Existencia y esencia a contracorriente
‌de vida imposible.
‌Prodigio vegetal en un panal
‌de hormigón con ventanas, chimenea
‌y un Edén tras la cancela
‌que huele a jazmín, a yerba,
‌flor de azotea.
‌Nemo.





Fotografía: Markus Lieben.
Poenema: Nemo.

lunes, 1 de abril de 2019

Colores de Río Tinto. (I).








                  L           a         ji                    s  .






A           o.







.







A        s  . D            .






.         .        .         .







O                                  .







Y       nc .







P       te .







x.






O .     di    x.





H                     r .





V                   e.





💀







☠️👀




👣





💬🧤





🧦




👙





👁️‍🗨️




¿
🕷️

Fotos: Markus Lieben.
Tiestos robados por Rnestatta Hammatta-Hammatta.



Peregrinaje tóxico de ideas y agradecimiento inopinado.

La gama de colores de la cuenca del río Tinto no hubiera sido posible sin la intuitiva búsqueda de tesoros minerales por el hombre de la Edad del Bronce o por los de la Edad del Hierro, ni tampoco sin la febril mineralurgia de Tartessos. Contibuyó a su explotación el afán mercantil de fenicios y griegos que arrancaron a esta tierra metales preciosos que transportaron a oriente. Luego, pasados los siglos, los romanos heredaron, a gladius y pilum limpio, este río único, lo erosionaron y modificaron hídricamente persiguiendo bajo tierra la Faja Pirítica Ibérica, de donde extrajeron oro, plata, hierro, bienes de gran valor en el Imperio. Después, sobrevenida una nueva civilización, la árabe, los almohades supieron aprovechar los recursos de esta cuenca al menos para elaborar tintes medicinales.

¡Ah, se me olvidaba! Mi agradecimiento a quien corresponda, al azar.

Según los expertos, el río Tinto es diferente y único. En sus aguas viven unas bacterias acidófilas -Leptospirillum Ferrooxidans- que oxidan los minerales, son microorganismos que se alimentan de ellos, hongos y algas endémicas, adaptados todos ellos al medio extremo en el que viven, generando por su interactuación un medio rico en sulfuros volcánicos, metales pesados e incrementando la acidez del suelo hasta el extremo. De las entrañas de la cuenca se extrae, desde su milenario pasado: cobre, azufre, zinc, plomo, manganeso, ácido sulfúrico, además de plata, hierro y oro.

Los colores del río Tinto, como se ve en las fotografías de Markus Lieben, son sorprendentes: rojos, violetas, amarillos, verdes, ocres, marrones, blancos, bermejos. La aridez del terreno desnuda la tierra y la transforma en un paraje inhóspito, selenita;  su insalubridad la hace extrañar la vida y su excepcionalidad desconcierta al visitante. Las emanaciones de gases sulfurosos dispara la imaginación de cualquiera, te traen recuerdos leídos en odiseas marcianas, y a la vista del Cerro del Hierro o Corta Atalaya no puedes por menos que recordar "los círculos del infierno" descritos en "Inferno" por Dante Alighieri y minuciosamente pintados por Botticelli.
Al contemplar el Cerro Colorado sientes, latente, el olvido intencionadamente enterrado de 200 personas asesinadas "El año de los tiros". La escoria sepulta su memoria y el país entero ignora su historia: un 4 de Febrero de 1888 hubo, allí mismo, posiblemente la primera manifestación ecológica que se conozca, una protesta que congregó a unas 12.000 personas que protestaron contra el humo tóxico que producían la combustión sin fin de las teleras y que provocaba lluvia ácida sobre la cuenca y un aire ponzoñoso preñado de dióxido de azufre, cuyas consecuencias es fácil imaginar: muerte animal, vegetal y humana. Aquel frío día de febrero, con la connivencia de "la Compañía" y el Estado español que ordenó al Ejército defender los intereses de los ingleses -amos de la Compañía- por encima de las reivindicaciones de los "nativos", se concretó en descargas fusileras del Regimiento de Pavía, incluso en cargas de bayoneta contra los manifestantes -entre los que había incluso niños-.
Y luego, oprobio y olvido, el tributo habitual de este pueblo a su historia, a sus héroes.
A la manera del estrombote cervantino que tan bien nos dibuja: "-mira el pueblo de soslayo, fuéronse los muertos luego y no hubo nada"-, digo yo.



P.D.
El hurto alevoso de los pies de fotos no deja de ser un capricho sin tipificar por la Real Academia, y la colocación de emoticonos en su lugar por parte del ratero, pues me parece el recochineo pirata y narcisista de un bulímico de letras, que mejor se podía dedicar a tocarle los tiestos a su señor padre, por ejemplo. ¡Vamos! 

Nemo.