domingo, 4 de marzo de 2018

Operación Newton 9.8 en pepitoria.






Fue a la hora Zulú menos cuarto. Antes, a dos horas del alba, la noche se cerró como un callejón de gatos sin farolas. Se encapotó de tormenta sobre la Base de North Witlham, de donde partimos habiendo hecho testamento epistolar. Durante el vuelo, al cruzar a tientas el Canal de la Mancha, los truenos zarandearon el canguro aéreo varias veces, y los rayos, le pusieron al evento dramatismo que no le hacía falta. Tensión en los rostros de mis hombres. Algunos mascan chicle, y con mirada perdida recorren mentalmente el camino entre trigales que va de su pueblo a la granja de sus padres. Ray, masculla su letanía baptista. Cruz, besa fervorosamente la cruz que cuelga de su cuello y se santigua. Y Floyd, meticuloso, limpia que te limpia los cristales redondos de sus lentes, él no tiene más Dios que lo que ve. El resto de los soldados cierran los ojos y apoyan sus cabezas sobre el fuselaje vibrante, o bien miran a un punto de fuga en el suelo de la nave apoyadas las manos en el subfusil Thompsom. Ritos todos, de hombres que darían la vida por el compañero de al lado, y además saben que hoy es un día señalado para hacerlo.

Fuera, no se ve ni a escupir. Al Grupo Bravo que yo fatídicamente mando le dejan caer en paracaídas de un viejo avión de transporte Curtiss C46 Commando, a apenas 600 pies de altura, sobre los intermitentes puntos luminosos que nos marca sobre el terreno las linternas de la Resistencia gabacha. Somos fruta madura voluntaria a 9,8 metros por segundo cuadrado tras las líneas enemigas.
Suertudos, caemos sobre un colchón mullido de niebla baja que hay sobre el Punto Cero, yo el primero claro, por si se despiertan los cuadrados con el ruido del avión, que me toque más del convite de metralla. Me presento, soy el Capitán Nemowitz, y éste es mi diario ¿póstumo quizá? ¿y éso a quién le importa? al Tío Sam le resbala la ventura de un jodido polaco. Mando, y pertenecemos yo y los infelices de mis hombres, al Escuadrón Good Death de la 101ª Aerotransportada Airborne. Con ése nombre no creo que haga falta que coloree el dibujo, tan sólo decir que sobre el hombro llevamos nuestra águila de ración y sobre el bolsillo izquierdo de la guerrera, justo encima del corazón, un par de tibias y una calavera.

Tras el salto, casi todo el mundo tiene suerte y aterriza a menos de 500 metros del punto. Reagrupados, nos toca esperar agazapados entre la vegetación de la acequia señalada en el mapa con una equis, que bien podría ser un sembrado de cruces si la cosa se tuerce. Hago recuento y nos faltan Jimmy y Jean, a saber, tal vez cuelguen como longanizas de los olmos que negrean tras nosotros, o a lo peor ya se han roto el cuello. Caprichosa Fortuna. Con el agua hasta la cintura, por no decir hasta los huevos, camuflamos como podemos todo el equipo (40 kilos de aperos por soldado) en las orillas secas, y a nosotros mismos aquí y allá, entre el alto herbazal y las danzarinas cortinas de juncos, a cubierto, sobre nuestras cabezas, las copas de tamariscos, álamos y algún melancólico sauce que nos sombreará y nos ocultará cuando amanezca.

Se para el tiempo, pero pesa como un luto el jodido. Nos hacemos enanos de jardín con los altramuces a remojo, estampado de campaña en la ropa, cara pintada en negro y verde, las botas de siete leguas y el casco calado con su trébol negro. Signos y enseñas de un Operativo en territorio indio. Ordeno silencio, aunque no hace falta. La ribera entona su Old man river con el susurro de la brisa y su silbo entre el ramaje, pero lo hace con acento francés que suena más dulce, el orfeón de ranas y el coro de pájaros, croan y gorgorean Las mañanitas. De fábula, todo muy bucólico y pastoril ¡No te jode!

Escuadrillas suicidas de mosquitos se nos comen. Algún guantazo no reglamentario escucho con el aleluya de su fucking! Y para rematar, de cuando en cuando, notamos serpentear algo entre las tres piernas ¡jodidas anguilas! A mí, un cangrejo de río me marca un pizzicato pantorrillas arriba, antes de mandarle yo a tomar viento con la fuerza de un David.

Rececho de caza. Necesitamos el Charlie del Alto Mando que nos dé el Ok al Bolsón de marras. ¡El Comando ha repasado la Operación Newton 9.8 tantas veces en la última semana! Foxtrop y Lima a esta misma hora ya tendrán consolidadas sus posiciones, o no, vete a saber. Suena por nuestra radio transreceptora de baja frecuencia el zumbido previo a la escueta clave conocida:--¡Nieva en Quebec, usen cadenas!-- se escuchan dos clac más y oigo nuevamente: --Repito: A Bravo, Foxtrop y Lima. ¡Nieva en Quebec, usen cadenas!--.
Después todo fue un no parar.


                                                                                                                                       Continuará.
Captain Nemowitz.          


Foto: Markus Lieben.
Texto: Capitán Nemowitz.












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