Miranda´s & Currito, Sociedad muy Limitada.
Es la hora de los paseantes solitarios de
chuchos, justa, la de media estocada taurina, también la de picotear una bolsa
de pipas El Pipón Verbenero, media tarde vamos. Han ventilado ya el frenético
mediodía colmado de olivas, cañas con tapa, tapas con moscas, moscas con mucha
calle, calles llenas de chonis y manolos, manolos de bonito. Bonito entremés de
una semana, llena para todos los vecinos, de lunes. La liturgia del domingo ha
quedado consagrada, hoy como otros muchos días, en los destartalados Comerciales
Gólgota, en los riñones del barrio, a una acera y media del campo pelón, lleno
de cardos, chumberas y pisoteados caminitos que no llevan a ningún sitio.
Paisaje reseco y áspero el que se divisa desde los ventanales el Bar La Gonzalera.
Aquí, hoy, la ceremonia de un domingo cualquiera ha sido oficiada por Nano en
el papel de Sumo Pontífice, Yeni como Prima Donna, asistidos por Yoni al vaso
de tubo y los palillos rebaña paluegos,
a los chismes y el pandero, su contraria Maru, y como artista invitado (desde
hace un mes) Currito el Pupa que ha comparecido sedado a La Gonzalera, --¡a
medio dormir estoy!-- ha dicho lacónicamente el aprendiz—Quizá tenga que ver
con esto que por fin, desde hace quince días, vive con su novia Reme, emancipado
de su viuda madre, y lo hace en una especie de palomar de la V.P.O. de cuando
no se habían inventado ni las rotondas y los serenos daban cuatro voces con
tintineo de llaves, acrecienta su inri que la vivienda está en un cuarto sin
ascensor. ¡Coño, desde su ventana se ve el puesto fronterizo de Sevilla Este,
no digo más!
A la amiga, en el barrio se la conoce por
el analgésico mote de la Aspirina. Llegados a este punto se admiten hipótesis
sobre el porqué del apodo. Porque como cualquier medicamento se administra vía
oral, sublingual tal vez, tópica, o vía rectal y en cualquier caso ¿alivia
acelerones de pulso? quién sabe. O porque quita los dolores. ¿Quizá, por qué es
una virtuosa de la aspiración con la boca llena? O Porque tomada te protege de
accidentes cardiovasculares. Ni idea, la verdad.
Consumado pues el festival de rondas, es
entonces cuando la Yeni y el Nano, vestidos de luces, se dan el paseíllo. Se
dejan ir y se esparraman por calles solitarias. Ella se cuelga de su antebrazo,
apoya la cabeza en la sobaquera osuna de él, abre con las paletas, una a una,
las pipas de girasol que va cogiendo con cadencia de colegiala de la bolsa que
sostiene, luego, con un giro de muñeca (pleno de swing) extrae la semilla y la
mastica o acumula en un carrillo, esto según le dé, y por último, escupe sin
elegancia las cáscaras vanas ya. Todo el proceso lo hace a velocidad de
plusmarca provincial, que ostenta como todos sabéis su comadre Rorro (Aurora),
después de superar una onicofagia convulsiva que a punto estuvo de mondar sus
manos hasta dejarse unos bonitos muñones.
Remolca el Nano a su pinturera mujer,
metida la tracción a las dos piernas, a juzgar por el roce de sus botines sobre
el acerado. Tiene andares de galeote sin cadenas. Él, camina absorto en el
guirigay habitual de los periodistas peloteros que atropellan sus voces sin
pararse a que termine su compañero, generan, entre todos y a oídos de la
audiencia, una especie de cascada sonora que aturde y anestesia a los
radioyentes, al Nano también. Gracias a esto se ahorra prestar atención a lo
que le pudiera decir la Yeni, o lo que es mejor, le impide pensar por sí mismo,
asunto éste del que tiene malas experiencias. El radio con auriculares de los
chinos lo da todo, sahuma barullo y jaleo entorno a ellos dos y a los que se les
cruzan, ensucia sin reparo el sopor de una siesta larga. Los viandantes que se les
encuentran, les miran, y ellos callan sin ver nada, ambos tienen en esos
momentos mirada de resaca, de día de fiesta infinito, y les envuelve un halo
histérico, y herciano. De cuando en cuando, se oye el quiquiriquí paroxístico de
un periodista forofo rasgar el runrún monótono de otro vocero, al narrar un
saque de centro --¡Gol,gol, goooooool en Los Pajaritos!--.
Sólo se extingue el sonsonete si se le agotan
las pilas a su último regalo de cumpleaños, o si le dice enfurruñada Yénifer
--¡Gordo, atiende un rato, que te tengo que dicil una
coza!--. Estos paseos son, impepinablemente, con paraíta en el borde exterior del barrio,
allí se chutan un cortado con aguacero de anís La Castellana, y son siempre los domingo y
festivos, no lo concibe de otro modo. Tan inexorablemente dominicales son los
tiros al palo radiados como lo es el sacrosanto polvete de los sábados, de
libre designación le queda, fijar la hora del coito; ya sea de mañana, tarde o
noche, aunque está condicionado a que tenga entre manos algún chapú, a que el Sevilla tenga partido
sabatino o a que haya, un poné, Igualá o cualquier otra mandanga en la
Hermandad, circunstancias todas que alteran el guión del día. Bueno, seamos
sinceros hasta la crueldad que rige la realidad, lo más determinante, con
creces, es que a la señora le pete, y san se acabó, lo demás son ganas de
enredar. Este encuentro con la parienta se lo patrocina, a pachas: Áridos y
Cascotes La Tremenda, Lechada de Pegolandia y Cementos Climax S.A. Estas
empresas son las productoras de los frutos maduros que suele encontrar en su
polvero de
confianza, Polvero La Cárcel que está
ubicado cerca de su casa, escondido en el intestino delgado del viario de
Nervión Bajo.
Allí le fían material, y el IVA, es un
desconocido mal del que se ha oído hablar sobre todo en El Parte o cuando te toca contraer nupcias con tu hipoteca.
Nemodías de Enmedio. Sevilla, enero de 2.018.
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