jueves, 13 de junio de 2024

Adiós de pegamento. La Menina de los Arribes se va.

       La menina de los Arribes, de Nemo.

A pies de los Alcores hay una cortina de grisura que vela el Monipodio de los Mangantes. Aquí una escombrera es una mina, y alfabetiza sus galerías una y otra vez, también es donde se pican los partes de desecho con un boli Bic.
Es el Saco del Caco y en los túneles con cortinas que lo horadan se mata el tiempo a sangre tibia, a punta de tele y ventilador.
En los días de negrura, por estos pagos llueven piedras y se destilan lágrimas sobre Autos, Hechos Probados y Sentencias que cubren correspondencia perfumada, cartas requeteleídas, escritas con letra redondilla y ornadas con labios de carmín. Suele haber llantos reincidentes ante fotos que son tragaluces de fracasos que sonríen a la cámara. Y menudean, en Los Corros de la Patata de los Centros, pastillas chupadas que arriendan sueño, docilidad de pega e inconsciencia con fecha de revenío.

La Menina de los Arribes y su can, ya se van.

Entre el amurallado y destartalado casal del Principado del Jaque se ve a una menina candeal desmigar una perrunilla. A su vera, su perro lazarillo relame la correa y la mira espectante sin probar las migajas porque sabe que no es comida, es el Camino. Comienza a andar la mina, y el can la sigue sigiloso.

La Menina de los Arribes se va.

Lleva, sesenta y tantos años atrapada en un cuerpo de doncella castellana de clausura, y treinta y cinco cercada en este Castillo de Suspiros, repleto de indios, botones sin ancla y grumetes de baldeo. Es un erial cerrado por verjas y rejas, merlones de espino, pasillos vacíos, tapias, muros, puertas y cerraduras donde se guarda mal que bien, a la garduña afanadora de bienes fungibles y finiquitadora de seres con papeles de víctima en las reseñas de sucesos de los periódicos.
Camina la Menina. Paso corto. Mirada achinada por la presbicia. Avanza, y acompasadamente, desmenuza perrunillas sembrando la senda de los Alcores a los Arribes para marcar el camino de vuelta al sur, por si un día esta Ariadna de Secano desea regresar.

Desde los parterres del Cortijo de la Trena un orfeón de gatas tristes maúllan a su paso como leonas de zoo. Y encaramados en la loma de una galería, una falange de topillos con el triple de la mayor en la amarilla, se asoman a la boca de su parrilla y entonan monódicos y graves "Los sonidos del silencio".

La Menina de los Arribes se va de esta sopa, y se lleva la cuchara para cavar allí una cueva.

Desde los galeotes del mamparo de Ingresos -o los fieros cancerberos del Tubo- y hasta la del trinquete de Control, todos, incluidos los Ceros, Subceros y los números primos con cero a la derecha y unos decimales de quemazón en las miasmas de su ayudantía, digo y afirmó que en cada puesto de la Galera, everybody, boquean sin concierto adioses de pegamento Imedio en conversaciones circulares, todos ellos inscritos en bocadillos de tebeo, que al final suenan como un grito.

La menina de los Arribes se va, y cada uno de los que nos quedamos atrás se siente más pretérito, más añoso, y ella sin embargo, ligera y alegre, asustada e ilusionada a la vez, se allana a pastorear nubes y a contar ovejas sobre la sábana de los campos mesetarios, allá, bajo el cielo de Velázquez, entre Portugal y el Duero.
Pesado pasado y futuro cierto.
Boquería del Antiguo Testamento y desacierto. Jornales de barbecho.
Alcores y Arribes. Fin y principio. 
Final e inicio

"La Menina de los Arribes
se va, con el dedo del corazón enhiesto
y los más yunteros
bravos y cabestros, en declive,
-inclinan la testa y juran en arameo-
morenas de Julio Romero
rubias de bote y neumáticas de vinilo, hechas un lío
lloran por sus ojos
lágrimas de cocodrilo.
Pucheros y cacerolas
antiguas, modernos, duras y prietos
vainas y listos, útiles, monas y floreros
todos, toditos dicen adiós a Leo.
Su ausencia ya nunca será un cuento".


Llévate mi adiós de pegamento, dentro de un bocadillo dibujado en la última hoja de un tebeo de Mafalda que vuela ingrávida, sostenida por el viento.
Como Quino te digo: ¡Demasiada sopa, y adiós, Leo!

Nemo.


Fotografía: Markus Lieben.
La menina: tiesto, poenema y pinturita de los cojones, de Nemo.
Fondos del Mar de los Algotros, perteneciente a la Fundación Grisgrís. Sala del Jamacuco y el Torzón. La Ballena. Valle del Xerte. Mangurria.
Mecenas que se cenó mi cena: Rnesttatta Hammatta-Hammatta.

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