Amanecer rubescente en el Castillo de las Torres, de Nemo.
--In memoriam Pimpam--.
Fotografía: Markus Lieben.
Localización: arroyo de la víbora, Monasterio. Badajoz.
Amanecer rubescente en el Castillo de las Torres, de Nemo. Serie Calendario, y XV.
--pastel al óleo sobre cartulina--.
Tiesto fedatario de dolor, por Nemo.
Fondos pictóricos y líricos de la Fundación Grisgrís.
Sala Xerte. La Ballena. Mangurria.
Licenciada su muestra por nuestro factótum particular, Rnesttatta Hammatta-Hammatta, medianía como tercera personal del singular, amén de medianero de baldíos creativos y laurisilvas imaginativas de las Musas, génesis de las obras artísticas de este autor tan desconocido como críptico.
Fe de dolor.
Idus de pandemia. Calendas de pena. Fue este lugar el último. Fatídica herida. Resquemor ulcerado. Existir menesteroso.
Camina con alzas su vista y su recuerdo tardío, colina arriba, hacia el Olimpo de los que sueñan despiertos, y al dormirse, desapareció ingrávido, sútil, dispuesto a irse como un pie tierno.
Sobre el río Lete, aletean todos sus nombres dispuestos a metamorfearse en nuevos seres.
Hoy, allí, bajo la inhiesta torre, al viento oigo deletrear su silencio ausente, con la misma voz pedregosa con la que él mismo recitó a Claudia "La nana del corazón prieto", y lejos, en el vasto páramo del baldío, reverbera el eco de su rastro ceniciento que dibuja en el cielo, con las sanguíneas nubes de un amanecer rubescente, un adiós, -un ¡hasta luego, más allá os espero!-
¡Maldito arcano!
Nemo.
In memoriam Pimpam, de Nemo.
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