domingo, 2 de febrero de 2020

En Ca Masi.



Nadie es fiel
a lo que no es,
ni Masi
es Miguel.



                                       I

Hay
en Ca Masi
catadores de Zythum asidos a boyas
como náufragos en una tormenta
soñadores, mascarón de proa en el bauprés  del ibérico jamonero
parias beduinos de jornal tremendo
adictos de barrio a la cafeína
atornillados a su barra de futbolín
o frente a febriles tiradores de barril
son, potómanos del amargor
que les da el lúpulo y su femenina flor.
Chinchorreros
entre la espada de la comanda
y la máquina del café.

Gente,
este tabernero
te da vela si no ves
te sacramenta el cuerpo de Cristo
si te confiesas a él
y aventa con el velamen de su mandil
a todos sus santos madrugadores
sean gorriones recién escapados del nido
espantados
por la flamígera voz de su parienta
o eremitas huérfanos de fe.
Aquí
nadie es fiel
a lo que no es
ni Masi
es Miguel.

Antes del alba
ya pincela su desolador Hopper
y el transeúnte es luciérnaga de pecera.
La parroquia
y el menino de la taberna
se miran al bies
una dispar y otro habla y zapatea.
El copero escancia
mueve sus pies de Fred Astaire
y su voz
dispara tu nombre a la concurrencia
luego, buenos días
y la jaculatoria que hoy oferta, y ondea.

Él
no es Gambrinus, ni Ganímedes también
y porque tuvo su Caín
parece más Abel.
Es Miguel,
por la regla de tres.



                                      II

En el trópico de la barra
hay una equis
donde, en corto, un Vasco
le toca las pelotas
al peluquero del Corte Inglés.

Quiebros, regates
aforismos balompédicos
en el área chica de la esteticista
que achica miradas
envuelta en el sahumerio de su perfume francés.
Aletean sus pestañas de pin-up
garrapiñadas en rímel y miel.
Vee, si la quieres ver.
Nadie es fiel a lo que no es.



                                      III

En la terraza, que no lo es
si no acera bajo el palio de un toldo
de Santiponce y olé,
un remolino,
una ventolera de madres
se lamentan de la Seño del niño,
y de su marido también.
¡Oé, oé, oé, qué bonito es!



                                     IV

A cuatro ojos, sobre el As, un oculista
deletrea una media con café
y en la puerta,
ladra su chucho Ginés
a Darth Vader con acento de Gines.
Ginesillo, el cancerbero de La Ranilla
husmea la humedad de sus lindes
y, en la trashumancia, marca
las aristas del callejero
de su perra derrota
con el hisopo que guardan entre las ancas.

Sin compás, ladran perros afuera
alimenta una vieja
a unos gatos de calleja
mientras los micifuz silencio garabatean
les cuenta en el oscuro callejero
una leyenda
de un flautista en Hamelin
érase que se era
y del libre arbitrio de Cipión y Berganza.
Coloquio, razón o vesania, listeza.



                                      V

Encaramado en el gallinero
de un taburete, se acurruca Hernando.
-Segunda oportunidad para un calvo-.
Supera en esta Arcadia obrera
rodeado de pastores que balan
y ovejas que sueñan
su revés con un baranda.
Asalto y pendencia
con un condotiero de escalera.
-Migue, otra caña, una de pimientos,
espinacas con garbanzos
y un zarajo con su sarmiento.
¡Qué le den a él y a su cosecha!-



                                    VI

Primera luz
junta de tenderos del barrio. Bulla.
Un marinero de La Punta
amarrado al Templete con dos maromas
una kelly con mucho pasillo
habla que te habla al telefonino
un verdulero de huerto propio
dos chapús picados de escayola
un jurado vigilante con los pies fríos
y sabañones en las orejas
un abogado escribiente
firma en una servilleta su régimen de visitas
y sin preterirse, claudica.
Declinación a dos tazas de cafeína
por la Claudia de Expressa
conjugación de buenos días
vaho de bostezos en esta camareta.

Leva atrincherada, calan mondadientes
tercio de pícaros, y de picas
gente de diaria faena
en una ciudad amnésica, bíblica
que toca las palmas y boquea.
Muere y resucita
realidad o trola volandera
ríe
porque sabe quién no es
y tú, eres de fuera
¡ea!

Chapotea el vecindario
en el fango del crepúsculo
entre las tinieblas de la pretérita noche
y el fulgor de las chanzas
entre verderones y palanganas
del Gran Poder y los de la Macarena
rocieros contra los de la Feria
contemporáneos y rancios
de Santa Cruz o de Santa Aurelia
de coto o montaraces furtivos
del Labradores o de La Bachillera
de carne mechada o curucucho de freiduría
de Chipiona o Matalascañas
de fino o de cañas cruzcamperas
de picos o de molletes de Antequera
gitanas, seises, cuñados y señoritos,
trincan, beben y medran
y la garduña procesiona
en el patio del cincuenta y dos
o en el Pumarejo, en un corral de viviendas.
Ni Masi es Miguel
ni nadie es fiel a lo que no es.
Del seis al uno.


Nemo.


Advertencia debida, para ahora y para los restos:

Cualquier, cualquiera
que quiera que lea lo que quiera,
que yo soy ajeno a lo que quieras.
Esto que yo escribo es más simiente de verdad que fiel real de lo que tú creas.
Lo real es grosero con el arte,
pero, ¡cómo sus posaderas
no hay asiento más placentero para el que
                                                                           crea!

Nemo.


Fotografía: Markus Lieben.



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