lunes, 16 de julio de 2018

Camino. Año III. Y 3.




Aire, agua, tierra.





Casa Sésamo.





Claustro en el crepúsculo.
Monasterio Sta María La Real.
(Nájera. La Rioja).





Raya de amapolas en medio del cereal, a pie de cuneta, la misma que en la guerra fraticida de 1936 sirvió de escenario a algún fusilamiento, quizá la tierra te lo diga, a su manera.
(Afueras de Burgos).





Indicación de dirección a base de royos de riñón.
(En algún lugar del Camino de Santiago a su paso por La Rioja Alta).



El Rey chulea de caballo.
(Madrid).




Ángel negro.
(Catedral de Burgos).




El Bolo de Roldán.




Markus lava su imagen con agua salada.




Entre Vísperas y Completas un Monje Pajillero, con el Breviario Miniado de Martín el Humano en ristre, deambula y bisbisea letanías e himnos mientras recorre el Claustro del Monasterio de Sta María la Real de Nájera.
(La Rioja).




Robledal.
(Sierra de la Demanda).





¿Los sarcófagos de Blancanieves y los siete enanitos?
Pues no, son los de los Siete Infantes de Lara y su Preceptor. Las crónicas medievales y los cantares de gesta de los romanceros cuentan distintas versiones de la historia o leyenda de los Siete Infantes de Lara, acaecida alrededor del año 1.000. Así, los siete hermanos eran hijos de Gonzalo Gustioz y Doña Sancha, tras una disputa entre esta familia y el hermano de ella, Ruy Velázquez, que así se llamaba, éste se alia con los musulmanes y propicia una embocada donde son capturados los siete Infantes de Lara por huestes moras, posteriormente asesinados y decapitados, sus cadáveres se trasladaron de Córdoba al Monasterio de Suso en San Millán de la Cogolla, y sus cabezas, después de mostrárselas a su padre Gonzalo Gustioz, fueron depositadas en un arca en la Iglesia de Santa María de Salas. Durante la estancia en la Corte de Almanzor de Gonzalo Gustioz la hermana de áquel consuela de tal modo al apenado padre que le da un hijo bastardo, conocido como Mudarra. Pasado el tiempo, éste, Mudarra, venga la muerte de sus hermanastros al poner primero en fuga a Ruy, y luego, tras darle alcance en el río Espeja, decide batirse en singular lid con él; finalmente Mudarra hiere de un lanzazo al asesino de sus siete hermanatros y lo captura, pero en lugar de acabar con él le carga a lomos de una acémila y decide llevarlo vivo a presencia de Doña Sancha, madre de los Infantes degollados y hermana de Ruy. Una vez allí, entre todos deciden colgarlo de pies y manos sobre un cadalso e invitan a apedrearlo a todos los familiares de los soldados muertos en combate contra las tropas del traidor fraticida. El cautivo, como consecuencia del lapidamiento público, acabó despedazado y desmembrado.
Mudarra descansa hoy en un sepulcro de la Catedral de Burgos y el nombre de Ruy Velázquez acarrea las pesadas cadenas del estigma de la traición y del mal bañado en sangre.
La historia bien pudo ser así, o no, la nebulosa de mil años cubre el contorno de los hechos históricos. He dicho, como he podido.

(Monasterio de Suso, San Millán de la Cogolla).

Fotos: ©Markus Lieben.
Tiestos: ©Nemoneanu.

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