Pintura: "Donde empieza el campo" de Nemo.
--Acuarela sobre papel--.
Fotografía: Markus Lieben.
Tiesto Inesperado.
¿Localización de lo pintado? al este del Edén
--afueras de Sevilla--.
Lo representado son los primeros edificios, o últimos, según se mire, el primer descampado o el barbecho primero, y, el árbol pionero, heroico superviviente de la última recalificación municipal de suelo.
Este espacio de frontera, es linde y límite para los ciudadanos de esta polis sureña, y por lo demás, sandunguera. Sus pepes, sus manolos, provistos de cuentapasos muñequero, hacen, portes diarios y recados--mandaos dicen aquí--, bien uncidos por su señora al yugo cuatro ejes del carrito de la compra.
Es también territorio donde el último pastor de Camas suele hacer incursiones esporádicas con su rebaño --racias rumiadoras--, rebusca acullá, pastos vírgenes como un pelasgo busca la Arcadia perdida.
Es frecuente encontrar por estos dominios sin dueño, julandrones, ambulatorios amantes de la cópula furtiva, perfectamente reconocibles para el lego en los trabajos del fornicio clandestino debido a sus característicos ojos achinados, producto --dicen-- de su sentir prieto, curiosamente, este rasgo es muy común en los naturales de Cuenca.
Habitual de estos estériles pagos es el típico Panoramix de Barrio y Descampado, que, falto de marmita cuece en olla exprés, y se escalfa los cuatro pelos con el sahumerio ferroviario de su propio puchero a presión. Firmará su apellido terminado en ez, sin ache, y, suele hacer la cosecha de espárragos trigueros, tagarninas, palmitos, aceitunas, pomelos y mandarinas entre surcos ajenos y los túmulos de escombros que marcan el frente de batalla, la Línea Maginot que enfrenta el campo contra el suelo urbanizable de la urbe.
Por estos andurriales hay tipos raros de cojones, y de aspecto desnortado, no lo dudes. Así es, y tan corriente es esto como ver por estos santos lugares a arrieros que trajinan bestias de carga como a algún efelesamero dándole a la suela, entre el Aeropuerto y el Hospital de los Muertos, en su incansable búsqueda de la mítica tubería que une la Fábrica de la Cruzcampo con la Prisión de Sevilla, y que según cuenta la leyenda, conduce clandestinamente cerveza tipo pilsener doble malta al presidio sevillano. Se afanan los senderistas en localizar una fuente legendaria que según la leyenda nace de esa cañería; mana día y noche un fresco zytum de Gambrinus, sin que se agote nunca, y para colmo, entorno a ella viven, sin envejecer, ninfas que cultivan fresas, y faunos que cuidan de una comuna de lozanas suecas.
Para jubilarse allí si das con esta fontana ¿No?
Si quieres participar en la búsqueda has de contactar con la organización del FLSm. Para ello debes dejarte perder por un cortafuegos de cualquier recóndita sierra, si ves que superas el trance, sigue el tendido eléctrico ad infinutum, hasta llegar a un pueblo, allí, el Señor del Castillo, digo, el alcalde del pueblo te deberá expedir una Cédula de Pérdida que acredite todo ello, y debe hacértela en papel timbrado, claro.
Con este aval debes dirigirte a la Peña Bética de Sevilla-Este y preguntar por Fernando. Es la contraseña. Luego, inopinadamente, pide dos Estrella Galicia, aunque estés solo, aunque sea Sevilla. Antes de que te tomes tu botellín aparecerá por la galería Breogantino para vaciar el otro. Contactado. ¿Cómo sabrás que es un miembro de esta Secreta Hermandad de Villanos Andantes, o sólo un fresco? Fácil, el numerario efelesamero aparecerá con la melena al viento, sandalias de pescador de almas y bajo ellas, cubriendo sus pies, calcetines albos. Además, no hay confusión posible, de su cuello no cuelga un morral, ni una riñonera con el móvil, la cartera, unos pictolines y unos higos secos, no, le colgará una cámara de fotos Leica, y en su mano llevará un palo-selfie modelo Monkey, o bien un Trípode modelo Aguado, que en esto la organización lo deja a su arbitrio.
Nada más, por cierto, justo esto le dijo Morgan a uno de sus piratas al cual tiró por la borda en mitad del Atlántico-. Nada más.
Un tiesto Inesperado para leer después de haber visto un cuadro, de Nemo.
Boceto I, de Nemo.
