domingo, 8 de septiembre de 2019

Ideogramas y la vaina de algunas cosas.





¿Un Mr. Doodle en Florencia o la imitadora obra de un mindundi?

(Florencia. Italia).




A- ¿Prohibido fumar mientras se caga en las marismas?

B- ¿Prohibido cagar si no fumas?

C- ¿Prohibido cagar si tienes el vientre suelto, aunque fumes?

 No sé, no sé, confuso ideograma. Dime tú.

(Puerto de La Punta del Moral en Isla Canela). Huelva.




 Markus Lieben and The Grasshopper.

(Siena. Italia).




Ventana pintada que da aire florentino a un climatizador.

(Florencia.Italia).





Rostro de portal: señoritingo buzón postal con dos ojipláticos timbres de pezón y un bigote Dalí sobre una boca de hormigón con celosía.

(Casetta Della posta, Il campanello e Il altoparlante).

(Venecia.Italia).






Alieno, Breogantino y Nemosio, se toman un vermú en León.





Ciego,  
no quiere verte
el abandono le hiere
y
ya
no quiere que entres
¿lo entiendes?

Nemo.







Viejo trillo que ahora guarda tras su semblante áspero una celosa casa palentina.





Una ventana despejada enmarca el cielo de Castilla, tan vasto él como desnuda y solitaria ella. Entre ambos, el horizonte quebrado de los Montes de León zurcido por el gélido aliento del viento procedente de Finisterre.





Pasillo cromático del CICUS. Sevilla.






"Un globo, dos globos, tres glooobos
la luna es un globo que se me escapó...."

(Pintura vista, probablemente, en las calles de San Gimignano. La Toscana. Italia).





En una zona de avistamiento de mamíferos ápodos, dirección prohibida salvo a los estibadores en cuatriciclos de tracción manual.

(En alguna calle de Florencia. Italia).






Artefacto enjaulado.

Pieza de la exposición ubicada en El Santuario de la Peregrina. Sahagún. León.





 Te doy mi corazón, lo mejor de mí te ofrezco.

(Ejemplo contemporáneo de pintura callejera, esquemática y simbólica. Siena. Italia).


Fotografías: Markus Lieben©.
Tiestos: Nemo©.
Poenema: Nemo©.

domingo, 1 de septiembre de 2019

La Sereníssima Venèsia.



Si caminas en la vida por el estrecho sendero de la nostalgia, llegarás al lugar donde las sombras saben nadar bajo lunas turcas, probablemente alcances algún día a Al Bundugiyyah. Allí, los ancianos cuentan cosas antiguas, leyendas apócrifas, y el profano como tú es sospechoso de ser un sudoroso turista más.

En ese lugar intrincado, los sotoportegos horadan un dédalo de callejuelas y canales por los que exiliados, hijos de una patria perdida, desandan el sendero de vuelta a su añorada casa en Toledo, en Hervás o quizá en Sevilla. Son marranos, sefardíes que atesoran la llave de esa casa como un preciado legado, y es así desde que aquéllos huyeran de piras purificadoras de infieles o fueran expulsados por reyes deudores. Y ahora, esa llave, pende de la jamba o del dintel de la suya en Venecia, por si un día...quién sabe. Las heredan junto con su tremendo fato ibérico, generación tras generación, como si les abriera las puertas del cielo o simplemente para honrar la memoria de sus ancestros.

Las noches mágicas de luna turca llevan bajo la lengua una moneda, no para Caronte, no, es el estipendio para atravesar las Siete Puertas, un intrincado viario espacio-temporal que comunica la Calle de los Pasos Perdidos con la Calle dei Marrani y ésta con las Escaleras de los Encuentros, después, rondarán la Corte Expiatoria hasta llegar a la Cripta de la Madonna dell'Orto, reptando, finalmente, alcanzarán una portezuela pintada en un trampantojo, y traspasada, aparecerán en la penumbra de un recodo oculto en el sotoportego que conduce a la Calle de la Buena Vida, donde el León Alado de San Marcos los llevará, en un viaje alucinante y fantástico, a Lo Perdido.

Expían un destierro secular, un éxodo eterno de raza. Son hebreos escondidos durante la Segunda Guerra Mundial que vagan tras el anochecer, memorah en ristre. Murmuran fórmulas rituales secretas, números cabalísticos a base de sietes, de treses, y trazan rutas de tornaviaje a Sepharad, en las que hay palabras mágicas, acertijos y dogmas que les protegen de los demonios que se esconden en el Guetto Vecchio.

Allí, a menudo, los pozos reverberan palabras en ladino con sabor a anís y el símbolo de la estrella de seis puntas se refleja en las oscuras aguas de la laguna. Ya de madrugada,  deambulan tensos y tristes por callejones oscuros, cargan sobre sus hombros innombrables tragedias históricas de un demiurgo expoliado, lleno de deportados durante el Holocausto y de expatriados en la diáspora inquisitorial de todos y cada uno de los viejos reinos de Europa.

Si vas, los verás, pero no sabrás quiénes son, muchos son sopladores de vidrio, mercaderes, joyeros, pescadores de cangrejos, gondoleros, tenderos o rabinos, que esquivan y saben hurtar su existencia como ya hicieron en este mismo laberinto sus familiares, sus vecinos, a diferencia de que sus antepasados fueron delatados, capturados en sus escondites y luego, deportados por la peste fascista al abismo de una galaxia de Campos de Concentración de donde nunca regresaron.

En ocasiones, en su peregrinaje nocturno se cruzan con aventureros que buscan la Clavícula de Salomón o con caballeros masones que regresan de sus Templos de Virtud tras iniciar a algún profano como tú, otras, se las ven con arteros zíngaros que roban niños, o con patrioteros enfermos de xenofobia que ahogan su tara gritando en la oscuridad un himno, alguna vez han de sortear a trileros comunistas que esputan odio a todo, además, deben vencer a sus propios demonios, y por fin, sortearte a ti mismo, un bárbaro más de la horda de turistas que les invade cada maldito día.

Verás una ciudad que se hunde, desconchones en la casas que enseñan sus vergüenzas de ladrillo rojo y que dibujan los surcos que traza el tiempo sobre su ajada faz, sentirás el vacío del abandono de sus habitantes y la humedad que deja millones de almas que han buscado allí, lo único, lo perdido.
Impertérrita, la bella ciudad de los canales se ahoga con cada acqua alta y se pudre su pasado en el fondo de la laguna, mientras, un expolio de ojos la han convertido en el decorado para una comedia de amor por interés, por interés al dinero, el mismo don que la engrandeció ahora la hace sumergirse en un vacío yermo de multitudes.

Texto: Nemo©.

*Torpe y oscuro homenaje a Hugo Pratt y a su criatura, El Corto Maltés, que tanto amaron una Venecia ya extinta.
















































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Fotografías: Markus Lieben.
Tiesto: Nemo.