lunes, 20 de mayo de 2019

Sin título ni mandangas.







                                Oficio y arte.





Melancólica imagen de una calle discreta que no sabe si subir o bajar, si sol o sombra, si fresco o calor, si papas con choco o bacalhau à Brás, si España o Portugal.
                          Ayamonte. Huelva.






                   Contador de la luz de corto.





La calle en un pilón.





Aldaba caballito de mar.





Follaje.





Cada cual es cada uno.






Camino de Munigua.






El zoomórfico hombre-león de la Edad del Hielo. 






Tom y Jerry.





Ocaso.





Caminantes sobre un puente.






Los Notas.





Un viejo castaño deja ver de qué se alimenta, de ninfas del bosque.






Recuerdos de una vida extinta.




                                                 


IIII.



Fotos: Markus Lieben.
Tiestos: Nemo.

domingo, 5 de mayo de 2019

El poesicida beodo.



"MATA CON SUS PROPIAS MANOS A LA POESÍA Y DESPUÉS SE VA DE BARES CON UNOS MUCHACHOS". Así tituló el acto un plumilla algo artista y de aliento sahumado por trienios de tabaquismo; y los circunstanciales transeúntes observaron perplejos al orate, encaramado al pedestal de un contenedor de basura. Primero declamó con tono y sentimiento algunos versos de una manida Antología Lírica del Rencor, contenidos desde 1963 en una edición bonaerense de la maldita Editorial Poesía a Traición; y luego, le  dió unos tientos a una botella de coñac Soberano casi vacía -"entre flor y flor un zarajo"- se justificó rojo como un tomate el espontáneo ponente-. A continuación, dibujó su propio hartazgo con varios garabatos gestuales de histrión de posguerra. Rasgó el libro como se parte una hogaza de pan de tahona y deshojó las flores encudernadas, página a página, con teatralidad las fue aventando como si fuera día de trilla, no sin antes bautizar de adjetivos irónicos y negativos a los autores del maldito libro, poetas tan difuntos como clásicos.
-¡Mamarracho, más te valía tirarte de un puente!- se escuchó decir a una señora remolcada por un perro pastor-. Oí algún -¡Gilipollas, vete a cagar, borracho!- también se escuchó "-¡Malos tiempos para la lírica!- y yo, soñador, me acordé ipso facto de la canción de Golpes Bajos.
Lo que le decidió a bajarse del atril de basura fue la aparición a cámara lenta de Los Notas, y también la de los Municipales al final de la calle con el pirulo ni-no, ni-no acercándose a todo meter.
Los Notas son una cuadrilla de calaveras cierra bares, y a esa hora, ya habían dado por finiquitada la peonada fiestera del viernes. Era sábado, las nueve de la mañana más o menos. Se dirigían, en silencio con eco de alboroto nocturno aún en sus tímpanos, y lo hacían según su costumbre, a rubricar la faena con un chocolate con churros en Marqués de Pickman. Les interpeló El Brasa sin dejar de hablar. Se miró la cuadrilla entre ellos, sin abrir la boca. Estaban de acuerdo: -"¡este tío está pasado, tiene una pítima de cojones!-". Pensaron y asintieron. Estaban de acuerdo. Sin un ápice de voluntad ya, malgastada en la madrugada, se dejaron acompañar. Cuatro más uno, cinco. Por el orto del editor argentino te la hinco. Se dieron por jodidos, y abrumados por la cháchara sin comas ni puntos de Pepito el Brasa. Se aceleraron. Esparramaron luego sus cuerpos  cansados en el rincón de siempre, escurrideron su culo en el banco corrido en forma de U entorno a una mesa de pino barnizada de la Cafetería-Churrería Wilson&Fernanda, que es posta habitual de los fiesteros que se recogen como vampiros al vislumbrar el sol, camino de sus acostaderos en el Tiro de Línea, Santa Aurelia, el Cerro del Aguila o Parque Amate.


Los Notas, vistos por Do.
De izquierda a derecha:
Do (Domingo), Re (Rebollo), Mi (Miguel), Fa (Facundo), Sol (Sotero) y La (Lázaro).
     

                                                       Continuará, creo.
Texto: Nemo.
Foto: Markus Lieben.

*P.D.
Para continuar leyendo pulsa el 1 si es día impar y no cae en sábado; pulsa 2 si es par y envida si tienes pares y juego. Para lo demás usa tu tarjeta de desayunos del bar de Masi.